• Estabilidad térmica: El suelo posee propiedades aislantes naturales. Incluso a varios metros de profundidad, la tierra mantiene una temperatura relativamente estable.
• Protección contra los elementos: los invernaderos subterráneos están menos expuestos al viento, la nieve y el granizo, lo que reduce el riesgo de daños.
• Temporada de crecimiento prolongada: Un entorno estable permite el cultivo incluso en los meses más fríos.
Sostenibilidad: Gracias a su aislamiento natural, estos invernaderos utilizan menos energía para calefacción.
2. Seleccione la ubicación adecuada:
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