Imagina un alimento que te provoca un antojo irresistible, como un botón de “placer” en el cerebro. ¡Ese es precisamente el efecto del azúcar! Es omnipresente en nuestra dieta y estimula la dopamina, la hormona del placer que nos hace querer consumir más y más. Sin embargo, el consumo excesivo puede tener efectos negativos para la salud. Pero ¿qué ocurre si decides dejar el azúcar por completo? La respuesta no es tan sencilla: entre los síntomas de abstinencia y los beneficios a largo plazo, el cuerpo pasa por varias fases.
Los primeros días: un verdadero shock para el cuerpo.
La interrupción abrupta del consumo de azúcar no pasa desapercibida. Como cualquier sustancia adictiva, provoca un verdadero síndrome de abstinencia. ¿El resultado? Fatiga intensa, dolores de cabeza, irritabilidad… Algunos incluso sienten mareos o náuseas. Esto se debe a la alteración del circuito de recompensa del cerebro: sin azúcar, se produce menos dopamina, lo que puede provocar sensación de vacío y cambios de humor.
Otra consecuencia es que el sistema metabólico debe adaptarse. El cuerpo, acostumbrado a obtener energía de la glucosa, debe buscar una alternativa. Aquí es donde entra en juego la fase de cetosis: el cuerpo comienza a quemar grasa para obtener energía. Esta transición puede ir acompañada de la llamada “gripe cetogénica”: mareos, confusión mental e incluso palpitaciones. Afortunadamente, esta fase solo dura entre unos días y unas semanas.