Ingredientes
- 400 g de queso ricota (requesón)
- 2 yemas de huevo
- 50 g de azúcar
- Una pizca de sal
- Un poco de harina para espolvorear
- Manteca para freír
Preparación
- Pasá la ricota por un colador fino o un tamiz para eliminar cualquier exceso de humedad y asegurarte de que quede bien seca. Esto es clave para que las tortitas mantengan su forma durante la cocción.
- En un bol grande, mezclá la ricota con las yemas de huevo, el azúcar y la pizca de sal. Si querés, podés agregar una pizca de esencia de vainilla para darle un toque extra de sabor.
- Agregá una pequeña cantidad de harina a la mezcla y mezclá bien hasta que todos los ingredientes estén bien integrados. La idea es que la masa quede suave, pero no demasiado líquida.
- Espolvoreá un poco de harina sobre la superficie de trabajo. Colocá la masa sobre la harina y formá un cilindro largo con la masa.
- Cortá el cilindro en 12 partes iguales y formá pequeñas tortitas, asegurándote de que todas sean del mismo tamaño para que se cocinen uniformemente.
- Pasá cada tortita por un poco de harina para que no se peguen durante la cocción.
- Calentá una sartén a fuego medio y derretí una buena cantidad de manteca. Cuando esté bien caliente, colocá las tortitas en la sartén. Cocinalas a fuego medio, tapadas, hasta que estén doradas por ambos lados.
- Una vez doradas y cocidas, retiralas de la sartén y servilas apiladas una sobre otra. Podés espolvorearlas con azúcar impalpable, bañarlas con miel o acompañarlas con mermelada.
¡Y listo! Ahora tenés unas deliciosas tortitas de queso que no se deshacen durante la cocción.
Siguiendo estos pasos simples, vas a poder disfrutar de un plato que es tanto un clásico como un favorito en cualquier hogar. ¡Buen provecho!