3 historias desgarradoras de personas desaparecidas cuya verdad se descubrió repentinamente

Joey siempre había sido algo más que mi hijo; era mi confidente, mi ayudante y el faro de esperanza en los años que siguieron a la muerte de su padre. Sin embargo, sabía que se sentía atrapado aquí, pues sus ambiciones iban mucho más allá de los confines de nuestra granja.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Getty Images

Sus sueños de convertirse en médico, de escapar de la vida que consideraba predeterminada para él aquí, chocaban con mis propios temores de dejar atrás los recuerdos y el amor por la tierra que su padre y yo habíamos cultivado juntos.

El día que se marchó, mi mundo se volvió silencioso. Me lo imaginé de pie al borde de la autopista, con la determinación de sus ojos empañada por la duda y el miedo, y el ruido de los coches al pasar marcando el comienzo de su viaje lejos de mí.

Desde mi punto de vista, la decisión de Joey de marcharse fue un duro golpe, no sólo para la rutina de nuestra vida en la granja, sino también para mi corazón. Saber que estaba allí solo, en la bulliciosa ciudad, me llenaba de preocupación y pavor. Me lo imaginaba en un autobús, con sus pensamientos vagando de vuelta a nuestra granja, a nuestra vida juntos y a la grave decisión que tenía entre manos.

Sólo podía imaginar su aprensión al llegar a la ciudad, el miedo a lo desconocido y la desesperación que debió de apoderarse de él al darse cuenta del coste de su nueva libertad. Sabía que lo más probable era que se reuniera con su amigo Dan, del que ya había hablado antes. Esperaba que no estuviera solo.

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A medida que se acercaba la noche, el silencio de la granja parecía más intenso y el vacío de la habitación de Joey me pesaba. Quería saber que estaba a salvo, decirle que por muy lejos que fuera, mi amor por él se extendería a lo largo de la distancia, inquebrantable y siempre presente, pero nunca llamó.

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